El castro de El Castillón en el valle del Esla

El yacimiento de El Castillón (Santa Eulalia de Tábara, Zamora), se localiza a orillas del río Esla, en la Comarca de Tábara. Se encuentra emplazado en la Dehesa de Tardajos, situado en lo alto de un farallón rocoso, junto a un lugar de vado natural.

 

Los trabajos de investigación arqueológica se han desarrollado desde el año 2007 al 2023, con 11 campañas de excavaciones e interviniendo en un total de 12 Sondeos. También se han realizado prospecciones arqueológicas, análisis de laboratorio, dataciones y estudios de materiales. Estos trabajos han estado dirigidos por José Carlos Sastre Blanco, Patricia Fuentes Melgar, Óscar Rodríguez Monterrubio, Manuel Vázquez Fadón y Raúl Catalán Ramos. En estas investigaciones se ha colaborado con diferentes universidades, laboratorios y museos. 

 

Se trata de un emplazamiento con una larga ocupación humana, con unos primeros vestigios que nos remiten al periodo Neolítico, con la presencia del Abrigo de El Castillón, que posee diversas pinturas esquemáticas.

 

Los primeros indicios que encontramos de una posible ocupación estable nos remiten a la Edad del Hierro, siendo el periodo romano el de menor huella. 

 

La ocupación más importante de este lugar se va a producir durante la Antigüedad Tardía (siglos V-VI), donde nos encontramos con la construcción de murallas, viviendas, almacenes y hornos. Gracias a las prospecciones realizadas se han podido identificar un total de 24 posibles estructuras en la zona interna del poblado.

 

Este poblado se extiende sobre una superficie aproximada de algo más de 3 Ha con un perímetro amurallado de unos 600 m de longitud, menos por la zona Este donde se localiza el farallón rocoso que lo hace inaccesible. 

 

Posee dos líneas de muralla, la principal se extiende de forma perimetral y otra muralla de menor tamaño, que parte desde la entrada Norte, en dirección hacia la zona Sur. 

 

 

El primer acercamiento a este lugar permite identificar dos zonas bien diferenciadas, como son el Castro de El Castillón y el Abrigo de El Castillón, que se encontraría en una pequeña covacha localizada en el farallón. 

 

En 1978, Sevillano Carbajal en su obra Testimonios arqueológicos de la provincia de Zamora menciona la presencia del yacimiento de El Castillón en Santa Eulalia de Tábara. 

 

Esparza Arroyo, en su trabajo sobre Los castros de la edad del hierro del noroeste de Zamora (1986) recopila una importante información sobre los castros del noroeste zamorano, entre los cuales se localiza El Castillón. Esta es la prospección más exhaustiva realizada hasta ese momento.

 

En 1987 Fernández Rivera publicará las pinturas del Abrigo de El Castillón. 

 

En el año 1999 se realizaron una serie de prospecciones arqueológicas en la Provincia de Zamora, en las que se llevó a cabo una revisión de los sitios arqueológicos ya conocidos, así como el hallazgo de otros nuevos lugares, que vinieron a completar el Inventario Arqueológico de la Provincia de Zamora.

 

Como consecuencia de un descenso en el agua del embalse de Ricobayo, que afecta el río Esla, en el año 2001, se realizan una serie de prospecciones, coordinadas por la Arqueóloga Territorial de Zamora, Hortensia Larrén Izquierdo. Este trabajo dio como fruto la publicación sobre el Patrimonio Arqueológico y Monumental en el embalse del Esla, en el cual se mencionaba tanto el poblado de El Castillón como las pinturas esquemáticas.

 

Desarrollo y evolución durante el periodo tardoantiguo

La primera ocupación estable de este enclave se produce a finales del siglo V d.C., cuando se edifica la muralla, así como las viviendas, almacenes identificados y hornos metalúrgicos, hasta la plenitud del siglo VI d.C. 

 

Se considera a El Castillón dentro del grupo de los denominados asentamientos rurales fortificados o “castillos de primera generación”, que responderían a iniciativas específicamente privadas de los poderes locales. Es esencial la presencia de una élite local, que, ante alguna necesidad política, económica, bélica o de algún otro tipo, pudo haber generado un nuevo modelo de articulación del poblamiento y del territorio.

 

Existiría un grupo local que habría sido el fundador de este poblado a finales del siglo V d.C., con la necesidad de proteger y consolidar una situación y unos intereses de privilegio que ostentaban en esta zona y que, en un momento más convulso, precisarían de un cambio en el sistema productivo y de una reorganización del territorio.

 

Se asocia la fundación de este enclave a la necesidad de un determinado grupo local de asegurar el control del territorio circundante, que incluye la producción agropecuaria, el acceso a determinados recursos mineros, fluviales, económicos y, sobre todo, el liderazgo y la jefatura comunitaria. Todo ello permitiría su desarrollo y afianzamiento tras la desaparición del aparato estatal romano, estableciéndose como un importante núcleo de poder dentro del valle del Esla.

 

Existiría un grupo social destinado a las labores agrícolas y ganaderas de una forma constante, que permitirían aprovisionarlo, complementándose con otras actividades de pesca, caza y recolección de moluscos de río.

 

Por otra parte, se encuentran especialistas destinados a todo el proceso de trabajo metalúrgico, encargados de la extracción y el transporte del mineral, así como su reducción en los hornos destinados a este fin, y la posterior elaboración de los productos. 

 

Esta fase, que se prolonga hasta mediados del siglo VI d.C., llega a su fin a causa de la destrucción, provocada por un gran incendio generalizado, que se localizó en diversas viviendas excavadas en el yacimiento. 

 

La abundante cantidad de materiales, permiten ofrecer una visión cronológica sobre esta fase de ocupación, además de elementos que indican las diferentes funciones de los espacios, destacando los hornos metalúrgicos, los espacios de almacenamiento o zonas funcionales con gran densidad de estructuras de combustión. 

 

La evolución urbanística se establece de una forma predeterminada, en torno a dos factores principales: la defensa de una determinada población y el control de los recursos y el territorio circundante.

 

Respecto a los hornos metalúrgicos, localizados en la zona Norte del poblado, estarían en funcionamiento en este momento. 

El Castillón: un poblado entre suevos y visigodos

La mencionada frontera entre suevos y visigodos quedaría definida como un espacio de disputa entre ambos reinos, más que de una frontera, habría que hablar de un espacio en el que los poderes ejercerían su hegemonía y en la que se alternarían los episodios bélicos con otros periodos de paz. 

 

Debemos de entender esta frontera, no como un auténtico limes entre ambos reinos, sino que la plasmación material y física de esta frontera se registraría en una amplia red de ciudades, castra y castella destinada a disuadir al enemigo y desde la que organizar una respuesta en caso de agresión. Los castra y castella actuarían como centros secundarios en el reparto del poder. Dentro de este contexto se podría incluir a El Castillón como perteneciente al segundo grupo, de castra y castella, que controlaría un determinado territorio, vinculado con el vado del río Esla.