Arte rupestre esquemático

La primera ocupación de la cual tenemos evidencias en este yacimiento se ubicaría entre el Neolítico y la Edad del Bronce, donde contamos con unos importantes restos arqueológicos como son las pinturas esquemáticas situadas en el denominado Abrigo de El Castillón.

 

El Abrigo de El Castillón fue publicado por Benjamín Fernández Rivera, gracias a las informaciones de un ciudadano de la zona, Santiago del Río.

 

Se ubica en un farallón rocoso orientado hacia el Este y dominando el Esla. Se trata de un abrigo de forma semicircular, con una longitud de 5,50 m, una profundidad máxima de 3,50 m y una altura que del 1,70 m. 

 

 

Las figuras se localizan en el lado derecho, salvo un motivo que se halla en la pared exterior. En la gama cromática predomina el rojo.

 

Entre los motivos esquemáticos representados en este abrigo, se encuentra la presencia de un antropomorfo, con marcadas extremidades, una destacada cabeza y sexo. Destacan varios ancoriformes, digitaciones y barras. En el panel exterior del abrigo aparecen representadas un grupo de ocho barras. 

 

En cuanto a la técnica utilizada, según la irregularidad del trazo y el grosor del mismo, fueron realizadas con el dedo o con algún tipo de pincel tosco.

 

Se ha realizado un procedimiento de realce y calco digital. Esta técnica tiene como objetivo captar los restos de pigmentos muy deteriorados y registrar su comportamiento al reflejar luz en diferentes longitudes de onda, debido a la composición química del pigmento utilizado originalmente en cada pintura.

 

En la provincia de Zamora se encuentran otros lugares con Arte Rupestre Esquemático, como es el cercano Abrigo del Portalón (La Granja de Moreruela), la Covacha del Portillón (Linarejos), el Canchal de Melendro (Linarejos) y los grabados de Peñas de la Cerca (Rionegrito de Sanabria) y El Pedroso (Trabazos).

 

Se trata de un tipo de manifestaciones ampliamente difundidas por la totalidad de la Península Ibérica.

La primera ocupación de este yacimiento nos transporta al momento de la aparición de las primeras comunidades agrícolas y ganaderas en este territorio, entre el Neolítico y la Edad del Bronce. Nos referimos al Abrigo de El Castillón, cuyo descubrimiento fue posible gracias a las informaciones proporcionadas por un residente local, Santiago del Río, y dado a conocer por Benjamín Fernández Rivera.

 

Situado en un impresionante farallón cuarcítico orientado hacia el Este y que domina majestuosamente el río Esla, se presenta como un refugio semicircular de dimensiones notables, en cuyas paredes se encuentran indicios de pintura prehistórica encuadrables dentro de la denominada tradición del “arte esquemático”. 

 

Los motivos pintados se distribuyen principalmente en el lado derecho del abrigo, salvo algunos excepcionalmente conservados en la pared exterior. Entre los motivos representados en este enclave, destaca la presencia de un motivo que remite a la figura humana (antropomorfo) y que presenta la cabeza destacada, así como marcadas las extremidades y el sexo. Destacan también representaciones humanas muy esquematizadas denominadas de tipo ancoriformes. Además, se observan varios motivos simples hechos con el dedo, como digitaciones y barras, apareciendo ocho de estas últimas agrupadas en el exterior del abrigo. 

 

La técnica utilizada para crear estas obras, según la irregularidad y el grosor del trazo, sugiere que fueron realizadas con el dedo o algún tipo de pincel rudimentario. En el color, predominan las tonalidades de rojo.

 

Para estudiar estos valiosos vestigios, se ha empleado un procedimiento de realce y calco digital que permite revelar detalles ocultos y registrar el comportamiento de los pigmentos ante diferentes longitudes de onda de luz. 

 

El Abrigo de El Castillón no es el único con manifestaciones de pintura prehistórica de tradición esquemática en Zamora, ya que se conocen otros enclaves como los abrigos de Santa Eufemia del Barco, el abrigo del Portalón en La Granja de Moreruela, la Covacha del Portillón y el Canchal de Melendro en Linarejos. Además, los grabados de Peñas de la Cerca en Rionegrito de Sanabria y El Pedroso en Trabazos, son testigos igualmente importantes del arte rupestre esquemático en la Península Ibérica.

 

Estas manifestaciones artísticas, tan ampliamente difundidas por la Península Ibérica, nos brindan una ventana única hacia el pasado, permitiéndonos apreciar la creatividad y la cosmovisión de antiguas sociedades que habitaron estas tierras hace milenios.